«Es común ver a docentes comercializando golosinas en los autobuses»
(Caracas). Yetsy Mayorga es representante de la Alianza Todos por la Educación en Táchira, contó que en su vida estudiantil ya es habitual ver a profesores vendiendo chucherías en los autobuses o semáforos más cercanos a ciertas casas de estudio.
Señaló que los bajos salarios y la crisis educativa van de la mano. En una cadena que genera la migración forzosa y deserción en el sector educativo, tanto de profesores como estudiantes.
Advirtió que en el estado Táchira, ya es común que los docentes emprendan en otras áreas. La mecánica, barbería, limpieza, peluquería y repostería, están entre los oficios que realizan para poder subsistir, mientras “dejan de lado sus responsabilidades como docentes”.
La universidad de Los Andes, núcleo Táchira (ULA) pasó de tener una matrícula de 7.000 estudiantes a solo 1.200, solo queda un cuarto de población, debido a la deserción y precariedad. Según investigaciones de Mayorga, la “recuperación” en la ULA o la Universidad Experimental del Táchira es mínima.
Un anuncio devastador para los docentes
Carmen Sulay Rojas es licenciada en educación integral con especialidad en geografía e historia. Cuando estaba en la Fundación Rosa Rojas, rodeada de colegas escuchó el anuncio del presidente Nicolás Maduro, en el que aclaró que solo aumentaría el cestaticket y el bono de guerra.
Con más de 25 años desempeñando altos cargos en la docencia, describe la noticia como devastadora, pues el mandatario se resistió al aumento del salario mínimo vital, “siguen siendo 130 bolívares o 5 dólares, sigue siendo el más bajo de América Latina, cuando la canasta se sitúa en 510 dólares”.
Contó como para ella es abrumador que se les invite a resistir adversidades, cuando los salarios a los que accede la cúpula de poder les permiten llevar una vida próspera y hasta opulenta. Para Rojas no existen guerras económicas, “¡basta ya de mentiras, lo que sí existen son más de 20 mil millones robados a Pdvsa!”.
En ocasiones, la vocación es más poderosa que el hambre. Cuando llegan las 11:30 a.m., contó que en medio del salón de clases debe lidiar con la fatiga, ante una realidad que se asemeja a un calvario: “una rutina alimenticia como está deteriora la salud, pero tampoco hay dinero para hacerse exámenes», comentó.
En el liceo en que trabaja, Ángel Noriega Pérez, de Pampatar, las filtraciones y latente posibilidad de que el techo se caiga, barandas deterioradas y el cableado inexistente cableado eléctrico, hacen más difícil su trabajo. Informó que los niños, deben lidiar con la falta de pupitres.
En Nueva Esparta, donde se encuentra Carmen Sulay Rojas, las luchas en la calle y asambleas son el día a día. Estas reuniones son el medio en el que los docentes alzan la voz, mientras asisten dos o tres veces por semana a clases.
El “nefasto” aumentó salarial
El representante de Todos por la Educación en Aragua, Gabriel Díaz, por historias como la de Rojas, que se repiten en miles más, tachó de “nefasta” la decisión de la administración de maduro: “es inadmisible, porque lo que ganan estos trabajadores no se adecua a su labor y esto no solo se evidencia en los profesores, sino en el personal obrero”.
Díaz ve con frecuencia como más profesores quieren dejar las aulas de clases o quieren solo dar clases online, “esto es un plan del gobierno para eliminar el trabajo formal y darle paso a la economía informal”.
Lo que también afecta a los estudiantes, que al graduarse no ganaran lo que les corresponde. Indicó que con la extinción casi total de las becas, tickets de transportes, inactividad de los comedores y el servicio psicológico aumenta la deserción estudiantil.
Puntualizó que todo se politiza: “No todas las personas tienen Carnet de la Patria, no todos los estudiantes están en el Sistema Patria como para recibir los beneficios que fueron desviados por temas meramente políticos”.
Fuentes: el-carabobeno
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