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Un golpe invisible: cómo Ucrania está desmantelando el poder energético de Rusia

El conflicto entre Rusia y Ucrania ha entrado en una fase decisiva, marcada por una nueva estrategia que apunta al punto más sensible del Kremlin: su energía. Mientras Moscú anuncia avances territoriales, Kiev concentra sus esfuerzos en golpear el motor económico de la guerra. Refinerías incendiadas, terminales destruidas y una guerra de desgaste que, lejos de frenarse, se intensifica en ambos frentes.


Ucrania cambia el tablero: atacar la energía, no el terreno

En una maniobra que combina precisión y simbolismo, Ucrania ha lanzado una serie de ataques contra las infraestructuras energéticas rusas. Según el Estado Mayor ucraniano, el 11 de noviembre sus fuerzas alcanzaron una refinería en Sarátov y una terminal petrolera en el puerto de Feodosia, en la ocupada península de Crimea.

Ambos objetivos tenían un valor estratégico: la refinería de Sarátov produce más de veinte tipos de combustibles que alimentan al ejército ruso, mientras que la terminal de Feodosia abastece directamente a las tropas desplegadas en el sur de Ucrania. Kiev afirmó que las explosiones provocaron incendios masivos y daños “significativos”, reduciendo la capacidad de refinación de Rusia en más de un 20%.

La estrategia busca algo más que destruir recursos: pretende asfixiar la maquinaria económica que sostiene el esfuerzo militar del Kremlin. Cada barril perdido, cada depósito incendiado, erosiona la fuente principal de financiación de la guerra.


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