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Rituales y secretos de los cardenales durante los días previos al Cónclave

En el bar Caffè dei Papi, en Via Vespasiano, situado entre los Museos Vaticanos y la plaza de San Pedro, el arzobispo emérito Anselmo Guido Pecorari, de 79 años, se paró a tomar un bocadillo y una cerveza en el segundo día de novendiali. “Hoy me siento ligero”, bromea, “pero anoche fui al restaurante La Taverna con mi amigo Mario Zenari, de Verona, y nos zampamos unas alcachofas a la romana excelentes”, añade.


Cenas en restaurantes

Cada día llegan a Roma cardenales de todas partes del mundo para la celebración del Cónclave, que se prevé para la próxima semana. ¿Y qué hacen mientras esperan a esta ansiada reunión que se celebra en la Capilla Sixtina? Pecorari, amigo de muchos cardenales, algunos de ellos candidatos a nuevo Papa, asegura que son días de reuniones en las que se van conociendo y poco a poco se va trazando un mapa de quién será el próximo Pontífice. “Os aseguro que eso es mejor hacerlo hablando en un restaurante que en Santa Marta. Se puede estar más tranquilo y, sobre todo, lejos de oídos indiscretos. El único problema es que tienen que terminar de cenar antes de las 22:30 horas. De lo contrario, hay que pedir permiso a los guardias suizos para volver a casa”, cuenta sobre el toque de queda.

En la entrada de San Pedro, los guardias del Papa “conocen a todos los cardenales”, dice un joven que viste el característico uniforme de gala azul, rojo y amarillo. “Si llegan tarde les dejamos entrar igualmente sin problemas”, aclara.

Santa Marta convertida en un albergue

Santa Marta, residencia en la que vivió y murió el Papa Francisco, acogerá a los cardenales electores durante el Cónclave. “Es como un hotel y por eso hay que tener cuidado”, explica Pecorari. “No puedo decir el nombre porque es un buen amigo mío, pero un cardenal extranjero que pensaba que todo era gratis invitó a unos colegas a su habitación para charlar después de cenar y pronto se acabaron todos los licores de mignon del minibar. Después se los encontró cargados en su cuenta y se sintió decepcionado”, relata.

Son días difíciles de atravesar, entre el enorme dolor por la muerte del Papa Francisco y la tensión que pesa sobre los hombros de los cardenales electores para elegir sucesor. Todos los días son iguales: hay que ir dos veces al día al Aula Pablo VI para las congregaciones generales, asistir a las misas novendiales en San Pedro, visitar las iglesias de referencia y encontrarse con los fieles.


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