Editorial | Recuperar a Maracaibo y relanzar al Zulia
¿A qué nivel de pobreza intelectual y política ha caído la que fuera la primera ciudad y el estado más pujante de Venezuela?
Hoy se prioriza el debate esteril, sin altura de miras ni mucho menos ambición. La involución ha sido tanta que el foco se reduce a la electricidad y la recolección de basura, es decir, servicios que, en un país como Venezuela, deberían darse por sentados, pero hoy resultan, cuando llegan, en una excepción milagrosa.
Eso habla mucho de nuestro país que regresó en menos de 30 años a un estadio cavernario, vacío de esperanzas y futuro.
¿Dónde quedó esa Maracaibo que una vez fue capital científica de Latinoamérica, capital del Caribe, centro financiero e industrial, que abastecía de alimentos a los venezolanos y cuya zona industrial generaba más de 60 mil empleos?
¿Dónde está el Zulia, pionero de la banca, la electricidad y el comercio internacional?
Nuestra ubicación geográfica privilegiada, antes aprovechada para conectar con el mundo, pasó a convertirse en ruta de operaciones criminales.
Nos preguntamos, ¿dónde perdimos el rumbo? ¿Fue el centralismo lo que nos ahogó o perdimos nuestro orgullo zuliano? ¿Acaso abandonamos la política?
La alarmante cifra de 40% de zulianos que han emigrado, el doble del promedio nacional, es una prueba de la decadencia del Estado cómo órgano. Nos falló a todos.
El Zulia y su capital ya no son ni la sombra de lo que fueron y representaron en su glorioso pasado reciente. La situación es, en esencia, un tema político.
Es el modelo impuesto desde Miraflores, que no ha sido enfrentado con contundencia por una dirigencia política superada y por una ciudadanía que se ha apartado de los asuntos públicos. En muchos casos, los ciudadanos se han sumado a la política mercenaria de líderes de papel que usurparon la vocería de la oposición, priorizando su propia supervivencia.
El daño que se le ha hecho al Zulia en los últimos 30 años es inmenso.
Sin embargo, la tierra sigue aquí, con sus bondades y riquezas. Solo falta el espíritu de una ciudadanía que se rebele contra la mediocridad y la corrupción política, víctimas de un populismo tóxico y una "pornografía política".
La irreverencia del zuliano, a la altura de sus próceres, debe renacer en cada uno de nosotros, pues no se puede vivir eternamente de la gloria de la historia.
Si de verdad amamos al Zulia y a Maracaibo, debemos ampliar la discusión política más allá de temas tan básicos como la basura y la electricidad.
Es urgente hoy la unidad de todos los zulianos, más allá de los partidos políticos, para concebir un proyecto regional desde Maracaibo. Un proyecto que, a través de la participación ciudadana, contribuya a refundar a Venezuela.
Fuentes: Editorial
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