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Prisiones zombis reabren en Estados Unidos para expandir la detención de inmigrantes

En su intento por cumplir con la agenda migratoria del presidente Donald Trump, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha optado por reabrir antiguas cárceles para usarlas como centros de detención.


Estas instalaciones muchas veces abandonadas tras reformas judiciales o por malas condiciones, han regresado a la actividad en estados como Michigan, Louisiana, Georgia y Colorado.

El ejemplo más reciente es el Centro de North Lake, en Michigan, gestionado por la empresa privada GEO Group. Aunque algunos residentes celebran la creación de empleos, la comunidad también ha experimentado ciclos repetidos de contrataciones y despidos cada vez que la prisión abre y cierra.

Defensores de inmigrantes advierten que estas reaperturas apresuradas suelen carecer de personal médico suficiente, servicios de traducción y apoyo legal. Aun así, ICE sostiene que cumple con los estándares de detención y que las instalaciones ofrecen la atención necesaria.

El fenómeno refleja cómo la infraestructura penal y el sistema migratorio en Estados Unidos permanecen profundamente entrelazados. Estudios señalan que las prisiones rara vez generan un impacto económico duradero en las comunidades locales, mientras que los incentivos financieros de empresas privadas y gobiernos estatales refuerzan la tendencia a mantenerlas en funcionamiento.

Con un presupuesto federal que destina decenas de miles de millones de dólares a la detención de inmigrantes, los analistas prevén que el uso de estas “prisiones zombis” continúe en expansión.


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