Rebeldes hutíes secuestran a 11 empleados de la ONU en Yemen y escalan tensiones
Las tensiones en Yemen volvieron a escalar este domingo tras un violento episodio protagonizado por los rebeldes hutíes. Combatientes armados ingresaron por la fuerza en instalaciones de Naciones Unidas en las ciudades de Saná y Hudeida, donde detuvieron a al menos once empleados y confiscaron bienes de la organización.
El enviado especial de la ONU para Yemen, Hans Grundberg, expresó una condena categórica. “Repudio enérgicamente esta nueva ola de detenciones arbitrarias de personal de la ONU, así como la entrada forzada en nuestras oficinas. Exigimos la liberación inmediata y sin condiciones de todos los trabajadores”, manifestó.
Entre las agencias afectadas se encuentra el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que confirmó la detención de uno de sus miembros en la capital yemení. Su portavoz calificó la situación de “inaceptable” y advirtió que compromete la asistencia a millones de personas en inseguridad alimentaria. También la OMS y Unicef denunciaron la desaparición de parte de su personal.
Este no es un hecho aislado. Organizaciones como Human Rights Watch documentaron que en los últimos dos años los hutíes han detenido arbitrariamente a decenas de trabajadores humanitarios y activistas, muchos de ellos incomunicados durante meses y en condiciones que violan estándares básicos de derechos humanos. Algunos siguen desaparecidos.
La ONU ya había elevado su reclamo en junio, cuando denunció la retención de 28 empleados, 23 de la propia organización y cinco de ONG internacionales, y confirmó la muerte bajo custodia de un trabajador de la ONU y otro de Save the Children. Días atrás, falleció también un miembro del PMA en prisión, lo que obligó a suspender operaciones en gran parte del norte del país.
El gobierno hutí en Saná no ha emitido comentarios, aunque analistas coinciden en que la ofensiva contra el personal humanitario está vinculada con la presión militar y política que atraviesa el grupo. Hace pocas semanas, un bombardeo israelí mató a su primer ministro, Ahmed al-Rahawi, intensificando un clima de represalia contra actores internacionales, incluida Naciones Unidas.
El conflicto en Yemen, iniciado en 2014 con la toma de Saná por los hutíes, ha derivado en una de las crisis humanitarias más graves del planeta: más de 21 millones de personas dependen de ayuda y 17 millones sufren inseguridad alimentaria severa. El asedio contra la ONU amenaza con dejar sin asistencia a comunidades enteras y, al mismo tiempo, envía un mensaje político de desafío a la comunidad internacional.
Mientras tanto, las familias de los detenidos viven en la incertidumbre y denuncian la falta de información sobre su paradero. La ONU advierte que Yemen no puede transformarse en un campo de batalla para disputas geopolíticas más amplias, pero la represión contra el personal humanitario parece profundizar ese riesgo.
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