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EE. UU. convoca sesión urgente en la OEA ante temores de fraude electoral hondureño

Estados Unidos elevó su presión diplomática sobre Honduras al solicitar una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, preocupados por la posibilidad de que el gobierno de Xiomara Castro utilice su poder político y militar para intervenir en las elecciones del próximo 30 de noviembre.


La presidenta decretó un estado de excepción respaldado por las Fuerzas Armadas, lo que le otorga control sobre las principales ciudades antes, durante y después de la jornada electoral.

Los candidatos en disputa son Rixi Moncada por el oficialismo, Nasry Asfura como principal opositor y Salvador Nasralla, quien se deslinda parcialmente del gobierno. Asfura lidera las encuestas, aunque con una diferencia técnica respecto a Nasralla, lo que eleva la tensión en el país.

La petición de Washington, respaldada por Antigua y Barbuda, Argentina, Bolivia, Ecuador y Paraguay, fue comunicada de inmediato a Tegucigalpa. En reacción, la presidenta Castro envió a su canciller, Javier Bu Soto, a intentar frenar la reunión ante el secretario general de la OEA, Albert Ramdin. El intento fracasó: Ramdin comunicó que no podía cancelar la sesión solicitada.

Como estrategia alternativa, la delegación hondureña pidió incluir a dos panelistas en la agenda: Marlon Ochoa del Consejo Nacional Electoral y el magistrado Mario Morazán del Tribunal de Justicia Electoral, ambos con vínculos estrechos con el oficialismo. Ochoa, incluso, mantiene la visa estadounidense cancelada por su participación en un ataque a la embajada de EE.UU. en 2019.

Mientras tanto, desde Washington, el subsecretario de Estado Chris Landau expresó su preocupación por la integridad del proceso electoral, destacando denuncias de intimidación contra los miembros del CNE y la sustitución del Congreso por una “Comisión Permanente” sin legitimidad suficiente para certificar resultados.

Aunque Estados Unidos insiste en que no respalda a ningún candidato, la Administración Trump pretende garantizar un proceso transparente y evitar que Honduras repita un escenario similar al de las cuestionadas elecciones venezolanas. No todos los países comparten esta postura: Brasil, Colombia y México se alinean con el discurso de Castro, acusando a Washington de intentar influir en los comicios.

Mientras la OEA define su postura, persisten dudas sobre el rol de los observadores y la ausencia de pronunciamientos firmes desde la Secretaría General. El objetivo común de varios gobiernos, sin embargo, es claro: impedir que la crisis electoral de Honduras se convierta en otro caso de deslegitimación regional.


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