"Pacific Viper": El despliegue antidrogas en el Pacífico que incauta 45 toneladas de cocaína
El despliegue de fuerzas estadounidenses en el Caribe, conocido como la "Operación Lanza del Sur", es el foco de atención en medios de comunicación internacionales. Sin embargo, otro operativo similar, también liderado por EE. UU. en el Pacífico oriental, está tomando mayor relevancia.
Se trata de "Pacific Viper" y se concentra en detener el ingreso de estupefacientes al territorio estadounidense. Su objetivo es cerrar el corredor tradicional del tráfico de cocaína en esa vasta zona marítima, reseñó DW.
"Pacific Viper" implica un incremento notable de los patrullajes por parte de la Guardia Costera de Estados Unidos. El enfoque de este operativo es distinto al de otros despliegues, pues prioriza la detención de las embarcaciones. La concentración de los esfuerzos de vigilancia se da en el corredor histórico por donde fluye la cocaína de Colombia, Perú y Ecuador. Este cambio estratégico busca desmantelar la estructura criminal en el mar, no solo su cargamento.
Los resultados de esta operación han sido contundentes en solo un par de meses de implementación. Entre los meses de agosto y octubre, las autoridades estadounidenses decomisaron un total de 34 embarcaciones.
Este golpe al crimen organizado logró sacar de circulación 45 toneladas métricas de cocaína pura. Además, las acciones en el Pacífico permitieron la detención de 86 personas vinculadas a estas redes de narcotráfico.
El gobierno estadounidense ha dado una señal clara sobre la importancia y el impulso de esta nueva política de combate al narco. Su objetivo es claro: "proteger el territorio estadounidense" y combatir el terrorismo.
La operación también busca desmantelar las poderosas organizaciones criminales transnacionales y los carteles responsables del tráfico de drogas. Esto justifica una estrategia de despliegue militar con un compromiso que se prevé de largo plazo.
El flujo masivo de droga hacia los EE. UU. es la principal causa de la urgencia de estas operaciones. Solo entre enero y agosto, las autoridades decomisaron droga en el Caribe y el Pacífico por un valor de $2.200 millones de dólares.
En un hallazgo puntual, se capturaron 27.800 kilos de cocaína, que dimensionan la escala del problema. El contralmirante Adam Chamie afirmó que la cantidad era suficiente "para causar una sobredosis fatal a toda la población del estado de Florida".
La magnitud de estos decomisos podría explicar la controvertida orden dada por Donald Trump de bombardear supuestas narcolanchas. Sin embargo, esta medida no cuenta con el respaldo de varios especialistas en seguridad y crimen organizado.
Jeremy McDermott, de Insight Crime, asegura que destruir lanchas rápidas solo incentiva a los traficantes a cambiar de vehículo. Los carteles se adaptan rápidamente usando barcos pesqueros, cargueros, yates, o incluso semisumergibles para mover su mercancía.
Los expertos coinciden en las limitaciones de una política centrada exclusivamente en la intercepción marítima. La politóloga Bernarda Jarrín señala que los grupos criminales suelen adaptarse muy rápido, cambiando rutas y métodos de transporte.
Interceptar lanchas es una medida limitada que debe combinarse con acciones más amplias en tierra y puertos, y con cooperación regional. Los decomisos solo complican el traslado y aumentan los riesgos, pero no detienen el origen del problema.
La cooperación regional es, de hecho, el concepto que la mayoría de los expertos considera el más relevante. El origen de la cocaína se concentra en Colombia, Perú y Bolivia, y los corredores de paso se extienden por el continente.
Las cifras del Gobierno de EE. UU. confirman que el 80 por ciento de los decomisos de droga se produce en el mar, y el 74 por ciento del total se intercepta en el Pacífico. Por ello, un enfoque unilateral nunca será tan exitoso como un abordaje integral del problema desde distintos frentes.
A pesar de la ofensiva contra la cocaína, la principal preocupación sanitaria de EE. UU. sigue siendo otra droga. Actualmente, la mayor crisis es la de los opioides sintéticos, con el fentanilo a la cabeza por su potencia y letalidad.
El fentanilo es, con diferencia, la sustancia más letal en Estados Unidos en cuanto al número de muertes por sobredosis asociadas. El despliegue militar focalizado en la cocaína podría, por lo tanto, parecer desenfocado del problema doméstico más grave.
No obstante, el gobierno defiende la importancia de su enfoque en la lucha contra la cocaína. La justificación es que las mafias que producen y distribuyen el fentanilo se financian con las ganancias del tráfico de cocaína. Por ello, la Casa Blanca sostiene que combatir el tráfico de cocaína es vital para cortar el financiamiento de los grupos que trafican el fentanilo. Esta perspectiva explica la continuidad de los esfuerzos militares, especialmente en el Caribe, cerca de Venezuela.
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