Carlos III retira oficialmente los títulos de Andrés y le exige abandonar Royal Lodge
El príncipe Andrés de Inglaterra perdió oficialmente sus títulos de príncipe y duque de York, en una decisión tomada por el rey Carlos III tras semanas de controversia y presiones políticas y sociales. La medida incluye la retirada de todos los honores que Andrés recibió a lo largo de su vida, y a partir de ahora será conocido como Andrés Mountbatten Windsor, en honor a su padre, el duque de Edimburgo.
El proceso formal fue iniciado por el monarca, quien también notificó al príncipe Andrés que debe entregar su contrato de arrendamiento de la residencia de Royal Lodge en Windsor, donde vivió durante más de 20 años sin pagar alquiler. Esta propiedad, anteriormente residencia de la reina madre Isabel, quedará vacía, y el príncipe se trasladará a una vivienda privada en Sandringham, en el este de Inglaterra, financiada por la corona.
La decisión llega tras el escándalo vinculado a su relación con el financista Jeffrey Epstein, condenado por abuso sexual de menores. A pesar de las negaciones de Andrés sobre las acusaciones de abuso de Virginia Giuffre, una de las víctimas de Epstein, su vinculación con el magnate estadounidense ha dañado gravemente su reputación. A lo largo de las últimas semanas, la presión sobre él aumentó, particularmente después de que se revelara que Andrés había residido en Royal Lodge sin pagar alquiler durante más de dos décadas.
Mientras Andrés enfrenta estas consecuencias, sus hijas, Beatriz y Eugenia, conservan sus títulos de princesas, al ser nietas de la reina Isabel II. Aunque la decisión del monarca ha cerrado temporalmente el caso, algunos sectores políticos británicos continúan planteando la necesidad de debatir la conducta de Andrés en el Parlamento, lo que podría desafiar la tradicional convención que impide a los políticos criticar a la familia real.
Este proceso de retiro de títulos, que el príncipe Andrés afronta en medio de su lucha legal y pública por defender su inocencia, refleja la creciente incomodidad dentro de la familia real frente a las acusaciones de abuso que persiguen al hijo de la reina Isabel II.
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