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La silenciosa adicción al celular que nos desconecta del mundo

¿Te has dado cuenta de que ya no podemos estar en silencio? Vas al baño con el celular, comes con el celular, y hasta cuando estás triste buscas consuelo deslizando el dedo sobre una pantalla. Lo que parece compañía, muchas veces termina vaciándonos por dentro.


Un estudio reciente reveló que, en promedio, pasamos más de cuatro horas al día mirando el teléfono y lo revisamos casi sesenta veces sin notarlo. Aunque solemos justificarlo como una necesidad laboral o informativa, los expertos advierten que se trata de una dependencia emocional cada vez más común.

No es una adicción a una sustancia, sino a una sensación: la descarga de dopamina que se libera con cada notificación, esa chispa que el cerebro interpreta como una recompensa.

El doctor Zaheer Hussain, de la Universidad de Nottingham, explica que esta dependencia puede estar relacionada con el estrés, la ansiedad o la soledad. Y tiene sentido: cada vez que buscamos amor o validación en una pantalla, nos alejamos un poco del amor real y de las relaciones auténticas.

La buena noticia es que sí hay maneras de equilibrar el uso del celular. El psicólogo Jay Olson, de la Universidad de McGill, probó un método simple: eliminar distracciones y volver más difícil usar el teléfono, por ejemplo, poniéndolo en blanco y negro o apagando notificaciones. Los resultados fueron claros: mayor calma, más enfoque y mejor descanso.

A veces no se trata de renunciar a la tecnología, sino de recuperar el control. De volver a mirar a quien tienes al lado, de respirar, caminar o simplemente hacer silencio. Porque el mundo real también está esperando que lo mires.


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